Además del ahorro en tiempo, el uso de prefabricados reduce significativamente los costos indirectos de construcción. Al minimizar el tiempo de obra, también se disminuyen los gastos por mano de obra prolongada, el uso de maquinaria, la supervisión en sitio y los riesgos asociados a cambios climáticos. Todo esto se traduce en una obra más rentable, terminada en menor tiempo y con menos contratiempos.

Otra ventaja destacable es la eficiencia estructural que ofrece. Los prefabricados permiten crear claros más amplios sin columnas intermedias, lo cual facilita la circulación de maquinaria, la logística de almacenaje y la operación interna de la nave. Esto representa un valor agregado muy importante en industrias que dependen de la movilidad continua, como la logística, la producción o la distribución.

En cuanto a la durabilidad, los prefabricados superan ampliamente al sistema tradicional. Gracias a su proceso de fabricación estandarizado y controlado, se evitan errores comunes como la mala dosificación del concreto, la formación de grietas o deformaciones por colado manual.

Y si hablamos de regiones costeras, como Sonora, Sinaloa o Baja California, hay otro factor clave a considerar: la salinidad del ambiente. En estas zonas, el aire húmedo y cargado de sales acelera la corrosión del acero y deteriora las estructuras tradicionales. Los prefabricados, en cambio, permiten incorporar aditivos que reducen la absorción de humedad, mejorar el recubrimiento del acero y utilizar concretos de alta resistencia con baja permeabilidad. Esto garantiza que la estructura soporte ambientes agresivos por más tiempo, sin comprometer su integridad.